Dentro de un mes tendremos elecciones, y las políticas económicas siempre están en boca de todos. Cuando algo sale bien, el mérito va a ser atribuido a los que nos gobiernan, que para ello trabajan. Y cuando algo salga mal, ahí va a estar la oposición para echarle las culpas de los desastrosos números de recesión.
Lo que muchos no saben es que los ciclos económicos, en este caso, van de la mano de nuestros vecinos. Así, el ciclo español depende en un 90% del europeo.
Esto viene a decir que, por muy buenos sean nuestros ministros y ministras de economía y los empresarios y trabajadores del país, nuestra economía va a replicar lo que haga la de la Unión Europea. A excepción de ese 10% que depende de factores propios.
En la tabla adjunta a este texto se muestra el porcentaje del ciclo económico que, desde el año 2000 hasta el primer trimestre de 2023, se explica mediante este componente común. Se puede ver también, por ejemplo, esta tendencia en el PIB per cápita español respecto a la media de la Unión Europea de 1960 a 2004. En el momento que desapareció la autarquía, nuestra producción anual fue creciendo hasta equipararse a los niveles que tenían nuestros vecinos europeos.
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Fuente: Comisión Europea, European Economy. Elaboración propia.
Esto no quiere decir que tengamos que dejar de pensar en economía y dejar de lado las políticas económicas que los diferentes partidos nos ofrecen en sus programas. Pero hay que ser conscientes de que a corto plazo, los movimientos que experimentamos no son nada más y nada menos que un reflejo nuestro entorno. Por eso cuando oímos hablar de que tal o cual hicieron mucho, probablemente no fue obra suya, sino del momento económico europeo en el que vivíamos.
El caso reciente de la pandemia nos muestra que en ocasiones la gestión y la recuperación en momentos convulsos, sí depende de quienes nos gobiernan. Lo que deberíamos entender los votantes y en especial los políticos es que se debería diseñar un modelo de economía a largo plazo y aprovechar las olas de los ciclos económicos. Algo prácticamente imposible en estos tiempos de polarización donde, como explica el economista Manuel Alejandro Hidalgo, la inherente impaciencia de la política domina un debate de poco valor económico. Lo único que importa a día de hoy es ganar unas elecciones.